¿Piensas que las lentillas son un gran invento, pero no te acabas de animar a dar el primer paso para probarlas? Hay mucha gente en la misma situación. La idea de tocarse los ojos no resulta demasiado atractiva y puede darnos un poco de reparo. Pero podemos tranquilizarte: no es tan desagradable como puede parecer. Como con tantas cosas, es cuestión de práctica y de «cogerle el truquillo» al proceso. Si tienes en cuenta un par de cosas, en un abrir y cerrar de ojos te habrás hecho a la rutina y prevalecerán la comodidad y los beneficios de las lentillas. Y seguramente no querrás volver a prescindir de ellas. En este artículo, te hemos resumido la información más importante.
Si te has decidido a probar lentillas, primero tendrás que acudir a una óptica. Allí podrás averiguar cómo se sienten en los ojos y si te ves llevándolas más a menudo. En primer lugar, el óptico te hará una evaluación de la vista. A continuación, te asesorará personalmente y te ayudará a encontrar las lentillas adecuadas para ti, porque no todas las lentillas son iguales y tomar una decisión acertada es esencial para poder llevarlas cómodamente y sin complicaciones.
Además, en la óptica te ayudarán a ponerte las lentillas por primera vez y te explicarán cómo manipularlas. Después, te tocará practicar a colocarlas en tus ojos bajo la supervisión del óptico, o sea, que no estarás solo. En general, el manejo de lentillas es una cuestión muy sencilla e intuitiva. Te sorprenderá que resulta muy fácil y cómodo disfrutar de una nueva experiencia visual.
Para que la armonía entre tus ojos y tus lentillas sea duradera, es recomendable que acudas a revisiones periódicas. Éstas son tan importantes porque tus ojos pueden cambiar sin que te des cuenta y con ello también las exigencias a las que deben afrontarse las lentillas. La adaptación de las lentillas se lleva a cabo en una óptica, normalmente, en intervalos de entre 6 y 12 meses. También puedes realizar comprobaciones regulares en casa, verificando que tras ponerte las lentillas no surge ninguna sensación incómoda y que no se producen cambios visibles en los ojos. En caso de producirse problemas serios, como escozor o enrojecimiento, quítate las lentillas inmediatamente y consulta a tu oculista o a tu óptico.
Las lentillas también tienen algo así como un lado bueno y uno malo, en este caso, una curvatura correcta o incorrecta. Para comprobarlo, coloca la lentilla en la yema de tu dedo y fíjate bien en su forma: Si tiene forma de cuenco, ningún problema. Si los bordes están doblados hacia fuera, como los de un plato sopero, tendrás que darle la vuelta a la lentilla. Si la lentilla no está bien colocada, notarás una sensación molesta o un roce incómodo. Pero no te preocupes, solo tienes que sacarte la lentilla del ojo, limpiarla de nuevo y volver a colocarla correctamente en el ojo. Del lado bueno, claro.
Al igual que hay diferentes tipos de lentillas, también existen diferentes ciclos de uso. Algunas lentillas se usan solamente una vez (lentillas diarias) y al final del día se desechan, otras están diseñadas para ser usadas durante un mes o dos semanas (lentillas mensuales o. quincenales). Debes tener en cuenta estos intervalos para no perjudicar a tus ojos. Sustituye las lentillas usadas por unas nuevas después del tiempo indicado en la caja.
La higiene es muy importante cuando se trata de tus ojos. Son muy sensibles y no toleran la suciedad o cuerpos extraños, como pestañas, pelusas o granitos de arena o polvo. Pero es muy sencillo evitar estos problemas a la hora de manipular tus lentillas. Lávate siempre las manos antes de ponértelas o de quitártelas y comprueba que no queden restos de jabón o impurezas en tus manos después de secártelas. Si aún así se te colara alguna partícula, muchas veces es suficiente con mover la lentilla suavemente de un lado a otro, con el párpado cerrado, para que el intruso se desprenda y desaparezca. Si la cosa no mejora, retira la lentilla del ojo, límpiala con solución salina y empieza de nuevo.
Todas las lentillas requieren unos cuidados mínimos, con una excepción: las lentillas diarias. Éstas dan por terminada su labor al final del día y simplemente se desechan. Las demás tienen que parar por boxes antes de seguir rindiendo como el primer día. Después de quitarte las lentillas, éstas se guardan en un estuche especial que consta de dos compartimentos, uno para cada ojo, para facilitarte ponértelas en el ojo correcto (si es que tu graduación variara entre uno y otro). Durante la noche, se dejan en remojo en una solución de cuidado o limpieza y al día siguiente vuelven a estar frescas y listas para usarlas una vez más.
Casi todo el mundo puede llevar lentillas. Las lentillas constan de un material biocompatible y muy blando, por lo que la gran mayoría de las personas las tolera estupendamente. Cuando te adaptes unas lentillas, tu óptico u oculista te comentará todo lo que necesitas saber y te explicará qué opciones tienes a tu alcance. A continuación, podrás probarte las lentillas para comprobar si te van bien.
No te preocupes, es normal estar un poco nervioso la primera vez que te coloques unas lentillas. Durante la adaptación de las lentillas, tu óptico u oculista te explicará el proceso paso por paso. Después te las podrás poner por primera vez bajo su supervisión y aprovechar para plantearle cualquier duda que puedas tener al respecto para que te la pueda resolver tranquilamente. En nuestro artículo «Cómo ponerse y quitarse las lentillas» también te explicamos paso a paso cómo hacerlo.
Ya tienes toda la información que necesitas como usuario primerizo de lentillas. ¿Te animas a probarlas? ¿Todavía no tienes claro cuáles van a ser las afortunadas? En el siguiente artículo, te facilitaremos más información útil para la elección de las lentillas adecuadas.