La mayoría de los conductores confirma que una visibilidad reducida durante la noche, el ocaso o cuando llueve les resulta molesta, pero también la luz solar intensa o los faros de otros coches pueden suponer un problema. Las personas que usan gafas pueden sufrir irritaciones por los reflejos de luz que se produzcan sobre los cristales. Y es que no es casualidad que una mala visión o una visibilidad reducida sea una de las mayores causas de accidentes de tráfico año tras año. ¿Necesitas más razones para informarte sobre qué deberías tener en cuenta a la hora de conducir con gafas?
Lo más importante es llegar bien, y con unas gafas ajustadas individualmente a tus necesidades y a la conducción, cualquier viaje en coche se convertirá en una experiencia agradable y, sobre todo, segura. En este artículo te contamos qué tienes que tener en cuenta a la hora de comprar unas gafas para conducir.
Una visión deficiente puede suponer un riesgo importante al volante, que no obstante puede reducirse sencillamente con unas gafas graduadas: una medida simple, pero muy efectiva. Para ello, los cristales de las gafas deben corresponder a tu graduación actual. La mejor manera de averiguarla es realizándose un examen de la vista con un oculista o en una óptica, así como revisiones periódicas.
La capacidad visual no cambia de un día para otro, y puede que transcurra algún tiempo antes de que te des cuenta de que ha ido empeorando paulatinamente. En principio, es recomendable que una persona adulta se realice una revisión ocular cada dos años; las personas mayores (aproximadamente, a partir de los 65 años), incluso cada año. Si sufrieras de problemas visuales repentinos, te recomendamos que te realices una revisión ocular cuanto antes.
Otro punto importante es la montura de las gafas. Las gafas deberían ser lo suficientemente grandes como para no restringir tu campo visual, de modo que también puedas fijarte en los retrovisores sin tener que mover la cabeza. Las monturas amplias con cristales grandes y un marco fino, con las bisagras de las varillas situadas en su borde superior, resultan ideales para este propósito. De este modo, ninguna pieza entorpecerá tu visión lateral. Ni que decir hay que para sacarle el mayor partido a las gafas y disfrutar del mayor confort, la montura debería estar perfectamente bien ajustada a tu rostro.
Fíjate que los cristales de tus gafas cumplan perfectamente con tus necesidades como conductor. En primer lugar, habrá que mencionar un buen tratamiento súper-antirreflejante, que reduce la sensación de deslumbramiento causado por reflejos irritantes y mejora la visibilidad incluso en condiciones de poca luz. Además, recomendamos invertir también en una capa endurecedora y en un tratamiento de anti-suciedad, para que tus gafas no se ensucien tanto y evitar que se rayen los cristales.
Los faros de otros vehículos pueden realmente dificultarnos la conducción, especialmente de noche, durante el ocaso o en condiciones de luz difusa. Unos cristales sin tratamiento antirreflejante todavía empeorarían la situación, ya que al actuar como un espejo potenciarían los reflejos. El tratamiento antirreflejante reduce estos reflejos, evitando el deslumbramiento y proporcionándonos una visión limpia y transparente. Cuanto mejor sea el tratamiento antirreflejante de tus gafas, mejor visibilidad tendrás al volante.
Los cristales denominados polarizados ofrecen una buena protección contra los reflejos de luz horizontales. Estos cristales filtran la luz que pueda reflejarse en una carretera mojada o en otras superficies de agua, eliminando gran parte de los reflejos con los que nos podemos encontrar al volante. El resultado es una visibilidad clara con un alto grado de contraste, que nos ayuda a detectar vehículos que circulen en sentido contrario en cualquier momento.
Algunos cristales tintados pueden facilitar y mejorar la visión al volante. Por ejemplo, un tintado marrón o gris mejora la visibilidad de semáforos, luces de freno y otras señales luminosas, aumentando así nuestra velocidad de reacción. Los cristales degradados resultan óptimos para no perder de vista el salpicadero del coche mientras conducimos.
Un filtro anti luz azul no solamente protege tus ojos de la luz azul de alta energía del espectro visible, emitida sobre todo por las pantallas de los móviles y ordenadores, sino que, además, también aumenta la percepción del contraste y minimiza el deslumbramiento, por ejemplo, al conducir por la tarde o de noche, y protege tus ojos en el día a día para que siempre rindan al máximo. Esto tiene un efecto positivo a la hora de conducir un vehículo, ya que la conducción requiere un alto nivel de concentración, lo cual a veces puede llevarnos a forzar demasiado la vista.
Importante: Los tintados rojos y azules no resultan adecuados, ya que reducen la percepción del contraste. En total, los cristales no deberían tener un tintado mayor del 25 %, ya que también querremos emplearlas para conducir de noche. Para conducir a la luz del día, no deben superar un 85 % de tintado.
En principio puede decirse que no hay ninguna diferencia entre conducir con gafas monofocales y hacerlo con gafas progresivas. No obstante, las gafas progresivas por lo general no se prescriben antes de una cierta edad. Por eso, tras varios años usando gafas monofocales, los ojos necesitan un periodo de adaptación para acostumbrarse a las nuevas gafas progresivas. Por supuesto, también a la hora de conducir.
Un consejo: Date un poco de tiempo para acostumbrarte al uso de tus nuevas gafas progresivas. No obstante, si la vista no mejorara después de unas semanas, deberías acudir de nuevo a la óptica, ya que en este caso es posible que la montura no esté perfectamente ajustada.
Al volante, son sobre todo los espejos los que pueden causar alguna dificultad. El espejo retrovisor exterior se encuentra en la zona inferior de los cristales, y por lo tanto en el área dedicada al plano cercano. Por eso, para ver nítidamente los retrovisores exteriores siempre tendrás que inclinar un poco la cabeza hacia delante. Además, tendrás que girar la cabeza en la dirección del retrovisor en cuestión para poder verlo claramente, ya que el poder refractivo de los cristales progresivos es menor en los bordes.
Para el espejo retrovisor interno, probablemente deberás encontrar el punto de mayor nitidez durante un tiempo hasta que lo puedas enfocar con claridad. Aunque solamente tardes un segundo, esto te resultará extraño al principio y por tanto puede suponer una pequeña dificultad hasta que te acostumbres a ello.
En principio, unas gafas perfectas para conducir constan de una montura con cristales especiales, optimizados específicamente para la circulación. Los principales requisitos que deberán cumplir son los siguientes: facilitar la visión nocturna, durante la lluvia y al circular sobre carreteras mojadas, minimizando los reflejos de luz; compensar cambios abruptos en las condiciones de luminosidad (por ejemplo, al entrar o al salir de un túnel), así como garantizar una visión perfectamente nítida cuando echemos un vistazo rápido a los retrovisores o al salpicadero del coche, antes de volver a fijar la vista en la carretera.
Esto último también es el motivo de que el campo de visión de las gafas optimizadas para la conducción sea algo más ancho que en gafas convencionales: proporcionarnos una visión nítida y uniforme, para no perdernos ni un detalle aunque solamente echemos un breve vistazo al retrovisor. Además, mejoran la percepción del contraste y de la distancia.
Por cierto, este tipo de gafas también las puedes llevar perfectamente en tu día a día, o sea, que no necesitas comprarte varias diferentes. Cuando selecciones los cristales con los que se van a graduar las gafas, simplemente indica que las quieres usar también para conducir, para que tu óptico pueda recomendarte los cristales y tratamientos óptimos. Existen diferentes tipos de cristales y tratamientos, tanto para gafas monofocales como para progresivas.