Un prerrequisito indispensable para unas gafas nuevas que corrijan tu vista a la perfección, es el examen de la vista. Una vez realizadas todas las mediciones necesarias, sabrás cuál es la graduación que necesitas para poder ver con total nitidez. Pero incluso aunque todavía no lleves gafas, puede ser una buena idea hacerte un examen ocular. Dolores de cabeza, ojos irritados o cansancio son solo algunos de los indicios que podrían significar que quizás necesites llevar gafas o lentillas.
Merece la pena realizarse un examen de la vista, independientemente de si ya llevas tiempo usando gafas o si nunca has tenido ningún problema visual. Ya que la capacidad visual va cambiando poco a poco, muchas veces sin que nos percatemos de ello, es recomendable que cualquier usuario de gafas se realice una revisión rutinaria cada año o cada dos.
Pero también las personas que no lleven gafas, pero que con frecuencia sufran de dolores de cabeza, ojos irritados o fatiga, pueden beneficiarse de una visita al oculista para realizar un examen de la vista. Una visión deficiente no detectada podría ser la causa de estos síntomas. La necesidad de forzar la vista para poder ver nítidamente, la dificultad de reconocer objetos, personas y especialmente los problemas de lectura son indicios más que evidentes de que va siendo hora de acudir a un oftalmólogo o a un optometrista.
El primer paso en la determinación de tu graduación te llevará a la denominada sala de refracción. Aquí, un óptico-optometrista cualificado examinará tus ojos con la ayuda de diferentes aparatos y tecnologías de última generación. Así descubrirás si te conviene empezar a usar gafas o cambiar las que ya tienes. Tu graduación se medirá paso a paso.
Si no dispones de los valores de tus gafas antiguas o de la última receta de graduación, el oculista o el óptico realizará una medición previa con un autorefractómetro, un aparato capaz de medir la potencia óptica de tus ojos a través de rayos infrarrojos. Tendrás que mirar a través del aparato primero con un ojo y luego con el otro. El resultado te proporciona una evaluación estimada de tu capacidad visual. La medición previa también puede realizarse para obtener un primer indicio acerca de un posible cambio en tu graduación.
La medición real de la agudeza visual se realiza con un foróptero o las clásicas gafas de prueba. Con estos, el óptico es capaz de determinar tu agudeza visual. Descubrirás, en qué medida tus ojos son capaces de percibir los contrastes y los contornos de tu entorno. La agudeza visual varía según la edad, la resolución óptica de los ojos y de la integridad de retina, entre otros factores.
Para comprobar la agudeza visual de tus ojos, el óptico irá colocando diferentes cristales en las gafas de prueba o en el foróptero. A través de estos, deberás enfocar las conocidas tablas con letras o números en diferentes tamaños, mientras vayas contestando al profesional si los ves con mayor o menor claridad y respondiendo a diferentes preguntas (por ejemplo, si reconoces todos los números de la última fila), a través de las que determinará tu agudeza visual. Por ello, también suele hablarse de una prueba de refracción subjetiva.
Apunte óptico: En personas jóvenes, simplemente se mide la agudeza visual de lejos. Sin embargo, debido a la presbicia o vista cansada, a partir de los 40 años también hay que tener en cuenta el valor de cerca. Para ello, hay que ponerse unas gafas de prueba y sostener un texto en las manos para leerlo en voz alta.
Prepárate para tu examen de la vista
Acude a chequearte la vista cuando estés descansado y relajado.
Deberías haber comido y bebido lo suficiente.
Tómate un poco de tiempo para las pruebas, no las hagas a las prisas.
Si eres usuario de lentillas:
En las 24 horas anteriores al examen de la vista no conviene llevar lentillas.
Si llevas lentillas constantemente: sométete al examen de la vista directamente después de quitártelas.
Es recomendable acordar una cita previa para el examen de la vista.
En cuanto te hayas decidido por una montura, es importante efectuar el centrado de los cristales para obtener el mejor resultado. Para poder incorporar los cristales con una precisión milimétrica, habrá que hallar dos puntos: la distancia pupilar y la altura pupilar. El centrado de los cristales es necesario para prevenir molestias como dolores de cabeza, fatiga visual y malestar. Además, este proceso también garantiza que las gafas logren la mejor corrección posible.
En primer lugar, se llevará a cabo un ajuste individual de las gafas, es decir, que la montura se adaptará a la forma de tu rostro y a la anatomía de tu cabeza, para que los cristales estén en la posición correcta delante de los ojos. Las varillas y eventualmente también las plaquetas del puente nasal se adaptarán específicamente para ti. Además, se medirá cuál es la altura pupilar: la distancia vertical desde el centro de cada pupila hasta el borde inferior del cristal.
Para obtener un centrado preciso de los cristales, el óptico realizará una serie de mediciones adicionales. Será cuestión de hallar el término medio: un aspecto importante también cuando se trata de adquirir unas gafas nuevas Concretamente, nos referimos al centrado de los cristales. Para garantizar una refracción óptima de la luz y, por tanto, la mejor corrección posible, habrá que determinar el centro óptico de los cristales. Este es el punto exacto del cristal en el que los rayos de luz atraviesan su cara frontal sin sufrir ninguna desviación. En lentes cóncavas coincide con el punto más fino del cristal, y en lentes convexas, con el más grueso.
A continuación, el óptico hallará la distancia entre el centro de cada una de las pupilas y el puente nasal, también denominada distancia pupilar (DP).
Empleará una regla especial, un pupilómetro o un sistema de centrado por vídeo para hallar la distancia entre el centro de cada pupila y la mitad del puente nasal para cada ojo por separado, ya que pocas caras son perfectamente simétricas. Para acabar, todos los parámetros hallados se anotarán en tu ficha o receta.
Consejo de nuestros ópticos: Si tus gafas graduadas todavía no se ajustaran correctamente a tu cara cuando las recibas, puedes acudir nuevamente a la óptica para que te adapten la montura.
Ahora ya dispones de todos los parámetros necesarios. En el siguiente paso te tocará elegir tus cristales graduados. Sigue leyendo para conocer de qué opciones dispones.
Muchos se preguntarán si es mejor que sea un oftalmólogo o un óptico-optometrista el que realice el examen de la vista. Antes de nada: puedes acudir tanto al oftalmólogo como a una óptica para un chequeo de la vista. No obstante, cada opción tiene diferentes ventajas
Ventaja del oftalmólogo u oculista: Este profesional de la salud ocular también examinará tus ojos con el fin de detectar posibles enfermedades y, en su caso, establecerá el diagnóstico correspondiente. Si fuera necesario, podrá intervenir directamente.
Ventaja del óptico u optometrista: Solamente tendrás que hacer un viaje, ya que normalmente podrás someterte al examen de la vista espontáneamente sin cita previa y después comprar tus nuevas gafas en el mismo establecimiento. Por tanto, decidiéndote por esta opción puedes ahorrar tiempo y esfuerzo.
Aviso: Acude a revisarte la vista solo si estás sano, es decir, si no sufres de una enfermedad aguda, y si no estás tomando medicamentos, ya que esto podría alterar los resultados.
Si no te fuera posible interrumpir la toma de medicación por sufrir de una enfermedad crónica, avisa a tu óptico u oculista para que pueda evaluar posibles desviaciones en los resultados. La capacidad visual también puede sufrir cambios durante el embarazo, por lo que resulta aconsejable concretar una cita para el examen visual una vez finalizado el embarazo y el destete del bebé.
Es recomendable hacerse un examen de la vista cada año o cada dos años. En el caso de los niños, es muy importante que se realicen revisiones periódicas. Debido a la maduración del ojo de los niños y jóvenes, pueden producirse cambios muy rápidos en la agudeza visual, por lo que los pequeños deberían someterse a una revisión ocular por lo menos una vez al año. Pero también las gafas deberían comprobarse y ajustarse periódicamente.
Consejo de nuestros ópticos: Si experimentas problemas visuales a pesar de llevar gafas, te aconsejamos que acudas a un óptico o a un oculista cuanto antes.
Una deficiencia visual que no se detecte a tiempo en un niño puede afectar a su desarrollo. Pero también las personas mayores deberían revisarse la vista con mayor frecuencia, ya que la capacidad visual puede sufrir cambios repentinos a una edad avanzada.